La madeja del hilo rojo

Cuando terminas un libro, muchas piezas quedan por fuera y siento que en este en particular, más que cuentos "b-sides", quedaron por fuera un gran número de artículos, de cartas, de ensayos y hasta de poemas que quisiera seguir incluyendo aquí, para mostrar una faceta mía distinta a la de los "Relatos Macabros".

De hecho te invito a compartir aquí tus impresiones y pensamientos alrededor de esta obra que ya empieza a ser tuya. L.A.

La importancia del silencio

Yo no soy sicólogo, sin embargo, mi obra sí ahonda en muchos puntos como la identidad, el sufrimiento, y el peso de la existencia. El caso es que durante estos días he tenido la oportunidad de hablar con distintas personas que me confesaron no ser felices en ciertos niveles. Todas tenían en común una clara ansiedad con respecto al amor propio o externo, el tiempo, el éxito o el dinero. Y las entiendo, aunque jamás he sufrido de ansiedad como tal. Tal vez por eso quería (desde la más completa humildad) escribir esta nota.

Comencemos con una buena noticia: la felicidad sí existe y también la serenidad. De hecho, es nuestro estado natural y no ese frenesí mental y de lenguaje al que los medios de comunicación (en especial las redes sociales, oh hipocresía la mía) nos han conducido. A medida que escuchamos otras voces y nos ajustamos a otros compromisos, se va erosionando la felicidad y la serenidad de nuestro corazón.

“¿Cómo recuperar, entonces, esa felicidad y serenidad?” Buena pregunta, porque espero contestarla con la mayor sencillez: “la felicidad se encuentra en la lentitud de la vida”. No hay instante que no encierre una profunda belleza. Como diría Guillermo del Toro “la magia está para quienes la saben ver”. Lo mismo pasa con la felicidad, ahí está en detalles mínimos, pero sin dudarlo, ahí está.

La felicidad es simpleza y a veces se comienza con un acto de silencio. Por eso en cada charla digo que el éxito sería que las empresas no vendieran minutos para hablar, sino para permanecer en silencio. Cuando hay silencio, el corazón empieza a recuperar su voz natural y a afilar su instinto. Quisiera decirte que, al menos, durante un par de horas apagues a los demás, a las otras voces, para que tu corazón recuerde el estado natural de silencio cuando dormitaba en el útero.

Como decía al comienzo, no soy sicólogo, solo un poeta que escribe cuentos, pero espero que esta nota resulte un consuelo o un abrazo para alguien que lo necesite.

La contemplación, el silencio y la lentitud son aquellos que nos salvan de la amargura, porque si la vida es algo, te aseguro que es felicidad y ese es tu único compromiso con la existencia: ser feliz.